Educación en Salud
Se calcula que aproximadamente el 3% de la población mundial -entre 180 y 210 millones de personas- se encuentran infectadas y cada año se comunican 3-4 millones de infecciones nuevas en todo el mundo. En la región Latinoamérica Sur (LA Sur) la prevalencia de infección, determinada como anticuerpos contra el virus de VHC, varía de país a país. En Argentina, Chile y Uruguay la prevalencia es de aproximadamente 1,5-2,5%, mientras que en Bolivia la prevalencia sería mayor (>10%).
Sin embargo, dado que la infección en general no da síntomas hasta que se encuentra en estadío avanzado (cirrosis), mucha gente desconoce que está infectada, consultando cuando ya tiene complicaciones.
La infección aguda -el momento en el cual ingresa el virus al organismo por primera vez- en general es asintomática hasta un 80% de los casos. Cuando existen síntomas, puede haber decaimiento, fatiga, debilidad, falta de apetito o dolor en la parte superior derecha del abdomen, junto con ictericia (coloración amarillenta de la piel).
Un porcentaje muy bajo de los pacientes son capaces de eliminar la infección por sí mismos, pero la mayor parte de los casos evolucionan hacia una infección crónica. A partir de allí, el virus se multiplica permanentemente en el hígado en forma silenciosa.
La mayor parte de los pacientes no erradican el virus en forma espontánea y evolucionan hacia la infección crónica. Luego de varios años de ésta, la cual varía de persona a persona, se desarrolla una fibrosis en el hígado (se reemplaza el tejido normal del hígado por fibrosis) alterando la función del mismo hasta que se llega a la cirrosis (una fibrosis extensa del hígado) y sus complicaciones (várices esofágicas, ascitis, líquido en la cavidad abdominal) y descompensación, o carcinoma (cáncer) hepático. Una vez que se llega a una cirrosis descompensada, la supervivencia a 5 años es sólo del 50%. Por esto, es importante diagnosticar la infección a tiempo.
¿Quiénes están en riesgo de sufrir la infección?
Debido a las rutas de transmisión de la infección, las personas en mayor riesgo de adquirirla son: consumidores de drogas endovenosas, receptores de concentrados de factores de la coagulación (antes de 1987), receptores de transfusiones o trasplantes de órganos sólidos antes de 1992, personas con piercing o tatuajes con material no esterilizado, hemodializados, trabajadores de la salud, personas con infección con HIV, nacidos de madres infectadas por HCV y personas que tienen relaciones sexuales sin protección.
Actualmente los expertos recomiendan que todas las personas debieran hacerse al menos una vez el análisis en el transcurso de su vida, en especial los nacidos entre 1945 y 1965.
El diagnóstico se realiza a través de un sencillo análisis que consiste en la detección de anticuerpos contra el virus en la sangre de la persona. Una vez que se detecta el virus hay que hacer otras pruebas para confirmarlo.
¿Qué otras valoraciones se deben hacer a la persona que está infectada?
Genotipo: hay diversos genotipos (1-6) y tienen distinta respuesta a los tratamientos, por lo que hay que determinar qué genotipo tiene el paciente para saber la duración de los mismos.
Carga viral, es decir, medición de la cantidad de virus en la sangre de la persona
Medición del grado de fibrosis hepática por biopsia hepática o por métodos no invasivos como el fibroscan -una especie de ecografía del hígado que evalúa su grado de rigidez-
Análisis de laboratorio
Examen clínico
Actualmente se considera que todos los pacientes con infección crónica tendrían que recibir tratamiento para prevenir las complicaciones a largo plazo relacionadas con esta infección (cirrosis y cáncer de hígado). Esto es particularmente importante en las personas con fibrosis avanzada.
Es importante destacar que esta infección es curable, es decir, con el tratamiento apropiado, una gran cantidad de personas pueden librarse definitivamente del virus. A lo largo de la historia del tratamiento, los porcentajes de curación fueron aumentando durante el tiempo.
El tratamiento que se empleaba hasta 2011 era una combinación de interferón pegilado y ribavirina (un medicamento con actividad antiviral). El tratamiento para el genotipo 1 consiste en una inyección semanal subcutánea del interferón pegilado junto con ribavirina en dos dosis diarias junto con las comidas. La tasa de eficacia para este genotipo con este tratamiento de interferón pegilado y ribavirina era entre el 40 y 50%.
Nuevos fármacos para el tratamiento de Hepatitis C
En julio de 2012 fueron aprobados dos nuevos fármacos para el tratamiento de la hepatitis C genotipo 1, que actúan con distinto mecanismo al de la doble terapia, aumentando la tasa de respuesta desde un 50% hasta un 70-80% en genotipo 1. Los dos fármacos pertenecen a una clase nueva de drogas llamadas “antivirales de acción directa”, e inhiben la multiplicación del virus. Son inhibidores de la proteasa, y actúan inhibiendo un paso clave en la multiplicación del virus, con lo cual se alcanzan tasas de curación mucho más altas de las disponibles previamente. Se utilizan junto con interferón pegilado y ribavirina. Con estos nuevos fármacos, además de aumentar las posibilidades de cura, es posible acortar la duración de los tratamientos a la mitad en un gran porcentaje de los pacientes, incluso en aquellos difíciles de tratar.