La hipertensión arterial pulmonar (HAP) es una enfermedad mortal, pero puede tratarse si se diagnostica a tiempo. Aquí encontrará la información más reciente que la ciencia y la investigación revelaron sobre la HAP, incluidos los grupos de mayor riesgo y las señales de alerta a tener en cuenta.
La presión arterial elevada, también conocida como hipertensión, es tan común (alrededor de uno de cada tres adultos estadounidenses la padecen) que probablemente conozca a alguien con esta afección. Incluso puede padecerla usted mismo/a.
La hipertensión arterial pulmonar, en cambio, es mucho más rara y puede tener un riesgo de mortalidad mayor.
Cuando se diagnostica hipertensión regular (sistémica), significa que la presión de la sangre sobre las paredes de las arterias es demasiado intensa, lo que aumenta el riesgo de padecer un ataque cardíaco o un accidente cerebrovascular.
La hipertensión pulmonar es una forma de presión arterial elevada que se manifiesta en los pulmones. Se puede desencadenar por varios factores, entre los que se incluyen la apnea del sueño y la enfermedad pulmonar obstructiva crónica o EPOC, como se la conoce comúnmente. La hipertensión arterial pulmonar (HAP) es un tipo de hipertensión pulmonar que ocurre cuando las paredes de las arterias que comunican el lado derecho del corazón con los pulmones se estrechan y endurecen. Como consecuencia, la presión en los pulmones aumenta, lo que provoca síntomas como fatiga y dificultad para respirar.
Aunque la HAP es una enfermedad poco frecuente (aún se desconoce su prevalencia real, pero se estima que entre 50 y 100 personas de cada un millón padecen esta afección), recibir un diagnóstico y tratamiento correctos es fundamental para quienes la padecen, ya que empeora con el tiempo, y hasta el no existe una cura.
Independientemente de si se encuentra dentro de ese grupo o simplemente quiere saber más acerca de la afección que frecuentemente puede ser mortal, a continuación encontrará una guía con información sobre la HAP.
1. Se desconoce la causa exacta de la HAP, pero los cambios fisiológicos son clave para su desarrollo y progreso.
La HAP se diagnostica cuando la presión arterial media o promedio en las arterias del lado derecho del corazón es de 25 mmHg o más. Nadie sabe exactamente qué es lo que inicia la cadena de sucesos que pone en marcha la HAP, pero los expertos sí saben mucho acerca de cómo progresa.
“Comienza con la constricción de estos vasos y genera la remodelación de sus paredes”, dice el Dr. Alessandro Maresta, vicepresidente y director de Asuntos Médicos Globales de Actelion Pharmaceuticals, una empresa suiza de biotecnología que Johnson & Johnson adquirió en junio de 2017. “A medida que las paredes de los vasos sanguíneos aumentan su espesor, el lumen (espacio por donde circula la sangre) se reduce y la presión aumenta. A medida que la enfermedad progresa, la presión continúa aumentando, pero el ventrículo derecho del corazón no está diseñado para bombear sangre contra tanta presión”.
A medida que la afección empeora, “los pacientes tienden a sentirse muy cansados y a experimentar dificultades respiratorias“, dice el Dr. Nazzareno Galié, profesor de cardiología y director de la Escuela de Especialización de Cardiología de la Universidad de Bolonia, Italia. “Algunas personas pueden notar palpitaciones cardíacas o sentir presión en el pecho, especialmente cuando hacen ejercicio”.
2. Existen cuatro tipos de HAP.
Según Galié, “la mayoría de los tipos se consideran idiopáticos”, lo que significa que no hay una causa conocida o un factor desencadenante principal.
Alrededor del 6 % de los casos son hereditarios. Son transmitidos por los padres, muy probablemente debido a una mutación en un receptor de proteína que afecta el crecimiento tisular. “La presencia de este gen no significa que definitivamente se desarrollará la HAP, pero existe un riesgo mayor”, explica Maresta. “Creemos que se necesita más de un factor desencadenante”, como una afección preexistente.
Las formas idiopáticas y hereditarias de la HAP son al menos dos veces más frecuentes en las mujeres que en los hombres. De hecho, la HAP se diagnostica con mayor frecuencia en mujeres de entre
30 y 60 años.
En algunos casos, la HAP puede ser inducida por fármacos. El medicamento más famoso por causar HAP es el fen-phen (fenfluramina y fentermina), un fármaco para perder peso que era popular en las décadas del 60 y el 70, pero que ya no está en el mercado.
Por último, los casos secundarios ocurren cuando la HAP va de la mano con otra afección preexistente, como el VIH, la cardiopatía congénita o la esclerodermia.
Los cuatro tipos, HAP idiopática, hereditaria, inducida por fármacos y secundaria, se tratan de manera similar, pero el pronóstico puede variar.
Por ejemplo, señala Maresta, los pacientes con HAP secundaria a una esclerodermia ya son más propensos a la enfermedad renal, a las complicaciones gastrointestinales y a las complicaciones cardíacas. “Esto puede influir en la expectativa de vida general”, agrega Maresta.
3. La HAP afecta a las mujeres más que a los hombres.
Según la Asociación de Hipertensión Pulmonar, las formas idiopáticas y hereditarias de la HAP son al menos dos veces más frecuentes en las mujeres que en los hombres. De hecho, la HAP se diagnostica con mayor frecuencia en mujeres de entre 30 y 60 años.
Actualmente no se conoce el motivo por el cual las mujeres son más propensas a desarrollar esta enfermedad, pero algunas teorías establecen una relación con la función del estrógeno, los cambios (incluidos los hormonales) que ocurren durante el embarazo y los vínculos con problemas autoinmunes, que también tienden a ser más frecuentes en las mujeres.
4. La HAP es difícil de diagnosticar.
Dada la rareza de la HAP, cuando un paciente manifiesta síntomas como agotamiento y dificultad para respirar, no es inusual que un médico indique las primeras pruebas para la detección de afecciones como asma e insuficiencia cardíaca congestiva.
Si bien esto tiene sentido en algún punto, ya que se trata de afecciones mucho más comunes que la HAP, explica Galié, también significa que recibir un diagnóstico de HAP a veces puede tomar un tiempo.
“Es posible que primero intervenga un médico clínico, luego un especialista en asma, luego otro especialista y así sucesivamente antes de la intervención de un neumólogo o cardiólogo que diagnostique la HAP”, explica Maresta. “Por lo general, el diagnóstico correcto y definitivo de HAP lleva un año desde la aparición de los síntomas”.
Además, señala Galié, “su médico también deberá descartar todas las demás formas de hipertensión pulmonar antes de dar un diagnóstico de HAP”.
Pero la buena noticia es que el tiempo necesario para el diagnóstico de la HAP está empezando a acortarse un poco. “Las cosas están cambiando lentamente, ya que ahora más médicos saben qué es la HAP y cómo identificarla”, explica Maresta.
Una vez que el médico sospeche que se trata de un caso de HAP, un cardiólogo o neumólogo indicará una serie de pruebas que pueden incluir una radiografía de tórax, una prueba de función pulmonar y una prueba de esfuerzo con ejercicio. Si todos los signos aún apuntan a la HAP después de los resultados de estas pruebas, es probable que sea necesario un cateterismo cardíaco derecho, que mide la presión dentro de las arterias pulmonares.
5. Si bien no existe una cura para la HAP, hay formas efectivas de controlarla.
A nivel fisiológico, existen varios mecanismos biológicos diferentes, conocidos como vías, relacionados con el funcionamiento de los vasos sanguíneos, que se cree tienen participación en la HAP.
“Las directrices recomiendan enfáticamente que cuando se diagnostica HAP a un paciente, este debe iniciar la toma de una combinación de medicamentos dirigidos a dos vías diferentes”, dice Maresta. “Es posible que se indique primero un medicamento y luego el segundo, transcurridos seis meses”. Maresta agrega que los estudios actuales sugieren que el hecho de enfocarse en tres vías al mismo tiempo puede generar mejores resultados.
“La media de supervivencia [desde el momento del diagnóstico] solía ser de dos años y medio. Ahora, diría que la mayoría de los pacientes viven entre 7 y 10 años, y algunos hasta 20 años".
Dr. Alessandro Maresta
Vicepresidente y director de Asuntos Médicos Globales, Actelion Pharmaceuticals
Si bien aún no hay una cura para la HAP, el pronóstico típico actual es mucho mejor que el de hace 25 años. “La media de supervivencia [desde el momento del diagnóstico] solía ser de dos años y medio”, dice Maresta. “Ahora, diría que la mayoría de los pacientes viven entre 7 y 10 años, y algunos hasta 20 años”.
En la actualidad, el foco principal está en encontrar una nueva vía y un fármaco efectivo dirigido a ella, para lo cual se está llevando a cabo una investigación, agrega Maresta.
“Nos estamos dedicando a hacerlo realidad”, dice Maresta.
Este artículo, escrito por Barbara Brody, se publicó por primera vez en www.jnj.com.